Tropa de Elite I y II
Dirección: José Padilha
por Gad
Tropa de Elite I allá por el 2007 fue mi entrada al cine brasilero, junto a otros clásicos. Me gustó tanto que conseguí todo lo que pude de Wagner Moura (incluyendo esa película insulsa y reduccionista, típico producto del cine norteamericano barato, que es Woman on Top), y luego de Lázaro Ramos, y luego de algunos directores. Después encontré otras cosas y dejé el cine brasilero un poco de lado, hasta ayer. Así que, retomando, vi las dos películas de un tirón, y esto de acá, que no es un Cinegastronómica, y que puede contener algún que otro spoiler, es resultado de ese repaso.
Decía que Tropa de Elite I me gustó. Añado que la II es igual de buena. Me hacen pensar en un paso del policial negro según Todorov (con detectives/fuerzas del orden pertenecientes al "Sistema" que usan las mismas técnicas que los criminales marginados) a algo que me recuerda al policial francés de los 70 de Costa Gavras (Z) y Verneuil (I...comme Icare), ese en que se nos muestra a investigadores pertenecientes a (con un cargo en) el sistema que se enfrentan al mismo. Dos diferencias importantes: en esas películas francesas (pienso en I... como Ícaro), la falta de inmunidad del detective resulta en su fracaso o muerte a manos del sistema perverso, mientras que en Tropa de Elite, si bien con un final bastante abierto, pero en el que ciertamente los resultados del juicio hacia los principales responsables son limitados (como siempre, caen las figuras dispensables, no se modifica el gran entramado), hay algo esperanzador: no se gana la guerra, pero sí una batalla. Y eso se relaciona con otra diferencia importante, que radica en el héroe, el capitán Nascimento, quien ciertamente no tiene un pasado intachable (a diferencia de los héroes franceses), que ayudó a perpetuar aquello contra lo que ahora se enfrenta, y que estuvo sumergido en lo sórdido como típico detective de policial negro, pero que, también por ello, tiene las herramientas para no ser neutralizado, y para enfrentarse eficazmente a la corrupción, aunque tarde en percibir dónde reside. Es un héroe que se enfrenta a ese entramado de poder desde una posición básicamente humana, contradictoria, conflictiva y, sobre todo, sujeta a cambio; tiene una vida más allá de la investigación, y es ese espacio de lo íntimo necesariamente condicionado por el marco político y social lo que también exploran las dos películas de Padilha, algo que en el cine francés que conozco no vi demasiado.
Acabada esta comparación quizás un tanto caprichosa, pasemos a la otra, la que radica en la intersección de las dos películas. Tropa de Elite II es la construcción exploratoria del héroe a partir de un antihéroe. Padilha, leí por ahí y por allá, se horrorizó por el hecho de que muchos aceptaron y defendieron la violencia del BOPE como necesaria en la primera película, cuando él trataba de mostrar la "deshumanización", por decirlo de alguna manera, de un antihéroe criticable (no hay una cita explícita del director en los artículos que leí que confirmen esta intención, pero supongamos, para los fines de este artículo, que fue así). Entonces aparece esta segunda parte, Tropa de Elite II, en la que ese protagonista polémico leído por muchos como héroe se transforma para cristalizar un mensaje. El camino para devenir héroe es riguroso: en principio, el protagonista es "castigado", es decir, sus actos originan consecuencias (en el caso personal, la destrucción de todo su entramado afectivo: si en la primera película muere su primer sucesor y lo abandona la esposa, en la segunda efectivamente vemos que no recuperó a su familia, y que es asesinado su segundo sucesor); en segundo lugar, su monologuismo, excluyente en la primera película (en Tropa de Elite I es por lejos su voz la que se impone por la técnica del monólogo interior, más allá de las voces complementarias que, expuestas de manera crítica, se presentan para reafirmar su posición o para discutirla débilmente), recibe un contrapeso con la figura del intelectual de izquierdas, el diputado Fraga (que recuerda a la perfección a los investigadores intachables del cine francés que mencioné), quien tiene un lugar equivalente al de Nascimento (conoce la realidad social desde abajo, como él; su discurso tiene peso, es oído en la película; y hasta se casa con su ex mujer); en tercer lugar, su postura se muestra en perspectiva como dependiente de y funcional a los discursos (ridículos, parodiados) y las acciones de encumbrados sectores del poder; y finalmente, él mismo se descubre equivocado y "cambia de bando" (si bien no se contradice en sus objetivos, amplia su mira sobre el asunto y busca otras alianzas, aunque signifiquen contradecir su inclinación por un deber -es decir, le da la razón al enemigo natural, el "macho alfa" en su grupo familiar perdido: el marido de su ex-mujer que hace de padre de su hijo), lo cual también significa que aboga por la justicia, ya no en el terreno de la acción física violenta que lo caracterizaba (aunque no reniega de esa herramienta), sino en el ámbito legal, discursivo (que es el espacio de Fraga). De ese modo, la película se cierra con la metanoia (cambio, metamorfosis) de Nascimento, y dirige al espectador una interpretación cerrada, válida, de la realidad que postula la película. Sigue siendo objeto de debate, como Tropa de Elite I, pero con un planteo ideológico explícito.
La lectura de las películas termina ahí, pero en relación con algo que leía ayer sobre las polémicas que suscitó el tan mentado "boom latinoamericano" (simplificando mucho, la narrativa de los 60 de autores latinoamericanos como Cortázar, Vargas Llosa, Fuentes y García Márquez, entre otros), y en relación con una discusión que tuve alguna vez con un estudiante de Comunicación de la UBA al respecto de recurrir a la ironía en las películas como instrumento de crítica (hablábamos de El hombre de al lado de Mariano Cohn), quería señalar que en cierta forma estas dos películas de Padilha me parecen un buen ejemplo de ese viejo temor a la ambigüedad, de la desconfianza sobre la capacidad crítica (o la dirección de la crítica) del público. La vieja diatriba entre dirigirse a un espectador capaz de explotar una película por todos sus intersticios o la de subestimarlo un tanto (¿?) y ofrecerle algo más cerrado; la de guiar u ofrecer. Con Tropa de Elite I se creyó que mostrando sin maniqueísmos las prácticas extremas del BOPE iba a alcanzar para generar una reacción de rechazo o de cuestionamiento sobre las acciones de las fuerzas del orden que reproducían la violencia en vez de ofrecer soluciones. El debate se generó, pero a veces en contra de las intenciones de los que hicieron la película. Tropa de Elite II trata de "subsanar" eso intentando generar un cambio de opinión (o la reflexión) en quienes vieron a Nascimento como modelo con el que identificarse a partir de la trasformación de este protagonista. En Tropa de Elite I termina resonando más una crítica que una apreciación de Foucault; en la II pasa lo contrario. Personalmente, las dos películas me parecen buenas; como objetos estéticos, con función de entretenimiento (y no sólo de "mensaje") funcionan muy bien. El desarrollo del personaje está muy bien tratado en las dos (que Fraga, antítesis, esté casado con su ex mujer es un graaan detalle, pero no resulta inverosímil), y la "técnica" acompaña al "contenido", es funcional a lo que se quiere dar a entender. En esa pregunta sobre si sugerir o afirmar, el trabajo de Padilha explora ambas alternativas y lo hace bien. Sería interesante imaginar cómo sería una tercera película. Problamente no la haya; para mí lo que fue firmado alcanza y sobra (agota la historia), pero me causa curiosidad pensar cuál sería la perspectiva para abordar los hechos. En qué devendría una "Tropa de Elite III". Asimismo, también sería interesante ver qué opinan luego de Tropa de Elite II aquellos que aceptaron a Nascimento y su grupo como héroes en la primera película. Quedan como planteamientos abiertos (todos, porque no me pronuncio categóricamente por ninguna posición entre las de la primera pregunta que abrí). En definitiva, no tengo más que halagos para las dos películas, no tengo críticas negativas hacia el trabajo de Padilha.