Videodrome (1983)

Videodrome
Dirección: David Cronenberg
por Gad

Antes de que nuestros cuerpos fueran portadores de chips y puertos USB, antes de que fuera posible descargarse en la retina las últimas actualizaciones del GPS, los manuales de hipocondría para principiantes y los últimos hits de Osho y otros grandes enseñadores de cómo vivir, hubo una época en la que lo nuevo era el VHS, y todo el mundo leía a McLuhan.* Desde esa época, y con su permanente confrontación entre cuerpo, mente y tecnología, Cronenberg nos presenta Videodromo, una película alucinada que sigue los pasos de Max Renn, mojigato director de un canal porno, en el proceso de adquisición de un tumor/nuevo-órgano-del-cerebro que alterará completamente su percepción y construcción de la realidad. En un ambiente dividido entre extrañas iglesias dedicadas a ofrecer exposición a los rayos catódicos a los pobres, y corporaciones ultrafascistas que buscan adoctrinar a América para dominar el mundo (antagonistas que, en definitiva, no parecen tan diferentes), la historia de Max, el hombre-cassettera siervo de la tecnología, nos ilustra sobre la violencia y el deseo en los medios de comunicación, sobre la trivialización y desesibilización actual, sobre cómo los medios modelan nuestro sensorium y por qué no hay que introducirle una factura en el vientre a un hombre mediante un argumento atrapante e imágenes estupendas, espectaculares, violentas y fascinantes.
Para ver después de Bailando por un Sueño o programas equivalentes con una dotación enorme de bolas de fraile.


* Marshall McLuhan: Gran profeta de la tv, Internet y todo lo demás, teórico de la aldea global y maestro de los recursos didácticos. Autor de "El medio es el masaje/mensaje", afirmaba que las tecnologías son extensiones de nuestros órganos o facultades. (El arma de los puños, la televisión de nuestro sistema nervioso.)

Shivers (1975)

Shivers
Dirección: David Cronenberg
por Gad

Shivers: la película con final feliz en la que zombies de piel fresca buscan tu cuerpo, no tu cerebro, para celebrar orgías y fiestas todas las noches. Originaria de countries y barrios no tan cerrados, viene con perversiones pintorescas, parásitos de laboratorio que queman pero pueden vivir perfectamente dentro de tu cuerpo, médicos de excelente puntería, el horror de la destrucción de las diferencias y el estatus, y la solución perfecta para la hiperracionalidad del mundo actual (¡horror! ¡ni curas ni científicos pueden remediar lo que viene de adentro!).
Se prevé su pronta democratización y diseminación. Apta para toda la familia, e ideal para acompañar con gorgojos.

Rashomon (1950)

Rashomon
Dirección: Akira Kurosawa
por Gad

La película sobre una de las grandes dudas existenciales. ¿Cuál es la Verdad? ¿En qué creer? ¿Qué versión es pura, inocente de todo interés personal? Bajo una lluvia incesante, obviamente simbólica, tres viejos con dolor de huesos y no tanto chusmean amargamente sobre estas cuestiones y otras más a partir de las diferentes versiones de las historias (contadas por sus propios protagonistas) de un samurai asesinado, su mujer violada y un renombrado bandido quizás acobardado y lo que pasó entre ellos en el bosque. Basada en los cuentos "En el bosque" y "Rashomon" de Akutagawa, viene con muertos que hablan, problemáticas de clase, estudios de género, cuestiones de honor y final esperanzador pero agridulce. La película en la que uno entiende por qué que un pobre sin nombre (Takashi Shimura, que es todos los pobres) robe un objeto de valor inútil no es tan censurable en ciertas circunstancias, en la que la imagen de la japonesa sumisa se rompe en risa ante los “machos”, y en la que Toshirō Mifune (el bandido Tajōmaru) gesticula tanto que uno termina preguntándose si es realmente un hombre.
Viene con versión libre del “Bolero” de Ravel, no dura tres horas y media como Los siete samuráis y es ideal acompañada de mijo atragantado y té verde.


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Publicada originalmente en el segundo número de la revista Gato Blanco.

Balada triste de trompeta (2010)

Balada triste de trompeta
Dirección: Álex de la Iglesia
por Gad


Busque críticas sobre la última de Álex de la Iglesia por internet:  abundan las muy muy negativas. En este blog partimos de considerar, como todo crítico de buen juicio, que los detractores tienen razón. Podemos decir muchas cosas sobre Balada triste de trompeta. Nostálgicos, que el Álex de la Iglesia de El día de la Bestia ya no vuelve más. Que no arranca ni una risa. Que es una  película tremendista, exagerada, esperpéntica y ridícula. Que el ritmo narrativo es sobresaltado, a veces demasiado rápido, poco creíble, 'inverosímil'. Que es pura cita, puro pastiche. Que la metáfora es evidente. Que es un fantoche.
Los detractores tienen razón. La gran analogía de la historia de España luego de la Guerra Civil y durante el régimen franquista es el circense trío entre una trapecista golpeada, un payaso tonto autoritario y violento, y otro apaleado y vengativo payaso triste, y termina en un final esperable. En el medio, idilios románticos propios de Underground de Kusturica, sueños a lo Brazil de Gilliam, clímax a lo Hitchcock, huidas, hombres salvajes, gore tarantinesco, raptos, acosos, autotortura, payasos asesinos, peleas, más golpes, Batman y King Kong se suceden en un torbellino fugaz en medio de una atmósfera bizarra de mucha mezcla. Los detractores tienen razón. Balada triste de trompeta es una de las películas más esperpénticas de los últimos tiempos, y hasta le gana en 'freak' a Acción Mutante. Se equivocan, sin embargo, en la apreciación. Todo lo presuntamente criticable de Balada triste de trompeta hace a sus virtudes. El sesgo poco cómico de la Balada, su carácter hiperbólico, y fantochesco, su sistema de citas y su ritmo narrativo apuntan  todos a la construcción de la metáfora, y lo logran con creces, generando un producto artístico consistente, aparte de bello. El relato es sólido, es abrupto, violento: lo grotesco de sus personajes y su desarrollo irregular es lo grotesco de aquello que pretende mostrar, lo trágico de ese país que, dice alguno, "no tiene remedio", que se quiebra estrangulado en medio de una pelea seria, ridícula, de tiranetes antagonistas cuasi absurdos, metodológicamente idénticos.
Gran película. Para mirar sin muchas expectativas un día de semana a la noche, con pan, sopa de municiones y Raphael, y sorprenderse gratamente.

Tropa de Elite I y II (2007, 2010)

Tropa de Elite I y II
Dirección: José Padilha
por Gad

Tropa de Elite I allá por el 2007 fue mi entrada al cine brasilero, junto a otros clásicos. Me gustó tanto que conseguí todo lo que pude de Wagner Moura (incluyendo esa película insulsa y reduccionista, típico producto del cine norteamericano barato, que es Woman on Top), y luego de Lázaro Ramos, y luego de algunos directores. Después encontré otras cosas y dejé el cine brasilero un poco de lado, hasta ayer. Así que, retomando, vi las dos películas de un tirón, y esto de acá, que no es un Cinegastronómica, y que puede contener algún que otro spoiler, es resultado de ese repaso.

Decía que Tropa de Elite I me gustó. Añado que la II es igual de buena. Me hacen pensar en un paso del policial negro según Todorov (con detectives/fuerzas del orden pertenecientes al "Sistema" que usan las mismas técnicas que los criminales marginados) a algo que me recuerda al policial francés de los 70 de Costa Gavras (Z) y Verneuil (I...comme Icare), ese en que se nos muestra a investigadores pertenecientes a (con un cargo en) el sistema que se enfrentan al mismo. Dos diferencias importantes: en esas películas francesas (pienso en I... como Ícaro), la falta de inmunidad del detective resulta en su fracaso o muerte a manos del sistema perverso, mientras que en Tropa de Elite, si bien con un final bastante abierto, pero en el que ciertamente los resultados del juicio hacia los principales responsables son limitados (como siempre, caen las figuras dispensables, no se modifica el gran entramado), hay algo esperanzador: no se gana la guerra, pero sí una batalla. Y eso se relaciona con otra diferencia importante, que radica en el héroe, el capitán Nascimento, quien ciertamente no tiene un pasado intachable (a diferencia de los héroes franceses), que ayudó a perpetuar aquello contra lo que ahora se enfrenta, y que estuvo sumergido en lo sórdido como típico detective de policial negro, pero que, también por ello, tiene las herramientas para no ser neutralizado, y para enfrentarse eficazmente a la corrupción, aunque tarde en percibir dónde reside. Es un héroe que se enfrenta a ese entramado de poder desde una posición básicamente humana, contradictoria, conflictiva y, sobre todo, sujeta a cambio; tiene una vida más allá de la investigación, y es ese espacio de lo íntimo necesariamente condicionado por el marco político y social lo que también exploran las dos películas de Padilha, algo que en el cine francés que conozco no vi demasiado.
Acabada esta comparación quizás un tanto caprichosa, pasemos a la otra, la que radica en la intersección de las dos películas. Tropa de Elite II es la construcción exploratoria del héroe a partir de un antihéroe. Padilha, leí por ahí y por allá, se horrorizó por el hecho de que muchos aceptaron y defendieron la violencia del BOPE como necesaria en la primera película, cuando él trataba de mostrar la "deshumanización", por decirlo de alguna manera, de un antihéroe criticable (no hay una cita explícita del director en los artículos que leí que confirmen esta intención, pero supongamos, para los fines de este artículo, que fue así). Entonces aparece esta segunda parte, Tropa de Elite II, en la que ese protagonista polémico leído por muchos como héroe se transforma para cristalizar un mensaje. El camino para devenir héroe es riguroso: en principio, el protagonista es "castigado", es decir, sus actos originan consecuencias (en el caso personal, la destrucción de todo su entramado afectivo: si en la primera película muere su primer sucesor y lo abandona la esposa, en la segunda efectivamente vemos que no recuperó a su familia, y que es asesinado su segundo sucesor); en segundo lugar, su monologuismo, excluyente en la primera película (en Tropa de Elite I es por lejos su voz la que se impone por la técnica del monólogo interior, más allá de las voces complementarias que, expuestas de manera crítica, se presentan para reafirmar su posición o para discutirla débilmente), recibe un contrapeso con la figura del intelectual de izquierdas, el diputado Fraga (que recuerda a la perfección a los investigadores intachables del cine francés que mencioné), quien tiene un lugar equivalente al de Nascimento (conoce la realidad social desde abajo, como él; su discurso tiene peso, es oído en la película; y hasta se casa con su ex mujer); en tercer lugar, su postura se muestra en perspectiva como dependiente de y funcional a los discursos (ridículos, parodiados) y las acciones de encumbrados sectores del poder; y finalmente, él mismo se descubre equivocado y "cambia de bando" (si bien no se contradice en sus objetivos, amplia su mira sobre el asunto y busca otras alianzas, aunque signifiquen contradecir su inclinación por un deber -es decir, le da la razón al enemigo natural, el "macho alfa" en su grupo familiar perdido: el marido de su ex-mujer que hace de padre de su hijo), lo cual también significa que aboga por la justicia, ya no en el terreno de la acción física violenta que lo caracterizaba (aunque no reniega de esa herramienta), sino en el ámbito legal, discursivo (que es el espacio de Fraga). De ese modo, la película se cierra con la metanoia (cambio, metamorfosis) de Nascimento, y dirige al espectador una interpretación cerrada, válida, de la realidad que postula la película. Sigue siendo objeto de debate, como Tropa de Elite I, pero con un planteo ideológico explícito.

La lectura de las películas termina ahí, pero en relación con algo que leía ayer sobre las polémicas que suscitó el tan mentado "boom latinoamericano" (simplificando mucho, la narrativa de los 60 de autores latinoamericanos como Cortázar, Vargas Llosa, Fuentes y García Márquez, entre otros), y en relación con una discusión que tuve alguna vez con un estudiante de Comunicación de la UBA al respecto de recurrir a la ironía en las películas como instrumento de crítica (hablábamos de El hombre de al lado de Mariano Cohn), quería señalar que en cierta forma estas dos películas de Padilha me parecen un buen ejemplo de ese viejo temor a la ambigüedad, de la desconfianza sobre la capacidad crítica (o la dirección de la crítica) del público. La vieja diatriba entre dirigirse a un espectador capaz de explotar una película por todos sus intersticios o la de subestimarlo un tanto (¿?) y ofrecerle algo más cerrado; la de guiar u ofrecer. Con Tropa de Elite I se creyó que mostrando sin maniqueísmos las prácticas extremas del BOPE iba a alcanzar para generar una reacción de rechazo o de cuestionamiento sobre las acciones de las fuerzas del orden que reproducían la violencia en vez de ofrecer soluciones. El debate se generó, pero a veces en contra de las intenciones de los que hicieron la película. Tropa de Elite II trata de "subsanar" eso intentando generar un cambio de opinión (o la reflexión) en quienes vieron a Nascimento como modelo con el que identificarse a partir de la trasformación de este protagonista. En Tropa de Elite I termina resonando más una crítica que una apreciación de Foucault; en la II pasa lo contrario. Personalmente, las dos películas me parecen buenas; como objetos estéticos, con función de entretenimiento (y no sólo de "mensaje") funcionan muy bien. El desarrollo del personaje está muy bien tratado en las dos (que Fraga, antítesis, esté casado con su ex mujer es un graaan detalle, pero no resulta inverosímil), y la "técnica" acompaña al "contenido", es funcional a lo que se quiere dar a entender. En esa pregunta sobre si sugerir o afirmar, el trabajo de Padilha explora ambas alternativas y lo hace bien. Sería interesante imaginar cómo sería una tercera película. Problamente no la haya; para mí lo que fue firmado alcanza y sobra (agota la historia), pero me causa curiosidad pensar cuál sería la perspectiva para abordar los hechos. En qué devendría una "Tropa de Elite III". Asimismo, también sería interesante ver qué opinan luego de Tropa de Elite II aquellos que aceptaron a Nascimento y su grupo como héroes en la primera película. Quedan como planteamientos abiertos (todos, porque no me pronuncio categóricamente por ninguna posición entre las de la primera pregunta que abrí). En definitiva, no tengo más que halagos para las dos películas, no tengo críticas  negativas hacia el trabajo de Padilha.

Enter the void (2010)

Enter the void (Entrada al vacío)
Dirección: Gaspar Noé
por Gad

Anotaciones rápidas, dado que no tengo tiempo de desmenuzarla (si algo le falta a mis días es un poco de vacío). Aviso: SPOILERS.

- Es muy larga. Casi 3hs, poco diálogo, bastante lenta, mucho regodeo visual (eso sí, disfrutable).
- El argumento no me fascina. Un dealer drogado que estuvo leyendo sobre experiencias post mortem es asesinado, y entonces, soñada o "real", la experiencia extracorporal: se acaba el monólogo interior (voz en off) y queda el divagar de una cámara subjetiva sin cuerpo que, muerta, vive lo mismo que leyó en el libro (algo que su amigo Alex explica de manera muy oportuna y casual para que el espectador sepa de qué trata): flashbacks en los que ve parte de su vida, seguimiento de los seres queridos después de la muerte, variadas escenas de sexo random y reencarnación final que puede ser interpretada como movimiento circular (es decir, vuelve a nacer y todo se repite de manera idéntica, en una suerte de eterno retorno o loop eterno) o mera regresión de la memoria al pasado primordial. ¿Preguntas? ¿Conflictos cognitivos? ¿Dudas? Cero de eso para mí.
- Con respecto al argumento: es un viaje en todo sentido. Y un relojito: no falta ni un resorte: hay Edipo, gran accidente traumático, gran amor por la hermana, pacto (de sangre), separación trágica tras mentira de la abuela, vida marginal de drogas, gran hueco (¿qué pasó entre la infancia y la juventud?), gran reencuentro de hermanos, ambigüedad (al principio no sabemos cuál es la relación que los une, y luego, de todos modos la ambigüedad del deseo permanece), semi-incesto (reprimido e indirecto, todo porque vio a papá y mamá tener sexo), más marginalidad (traición, prostitución, homosexualidad, amistad marginal, más sexo, más sexo presuntamente "raro", pura noche, muerte: ¿qué más podrías agregar?)
- Es decir, está todo preparado para "justificar" la manera de ser de los personajes y los hechos. Pero los personajes no me dicen nada. Aunque podría señalarse alguna excepción, basta una palabra para describirlos: desapasionados -hasta cuando gritan. Esto podría ser producto de una desesperación extrema, pero más bien dan la impresión de ser muñecos acostumbrados y movidos por las circunstancias que cada tanto colisionan entre sí, y entonces se pelean o tienen sexo. Son extraños. De hecho, hasta diría que son todos tanto o más fantasmales que el protagonista muerto: son puras excusas para contar una historia, y esa historia es pura excusa para mostrar una forma. Pero el título lo avisa: estás entrando a un vacío. A un hueco. Experimentá la alienación.
- La duda: ¿dónde ubicar el viaje "post-mortem"? ¿Reencarnación o recuerdo? ¿"Final feliz" concreto, o mero deseo del que agoniza?
- Pero a pesar de todo, la construcción técnica es genial. Sostiene la película. Le da cuerpo. La justifica. Desde los títulos hasta el final. Excelente empleo de la cámara subjetiva con parpadeos incluidos (nunca deseé tanto que alguien se mirara al espejo), excelente uso del picado cenital. Es una película lenta, pero completamente disfrutable. Puro placer visual, sensual. Es decir, producto estético bello (por ejemplo, la escena inicial del viaje de drogas: nuevamente, extensa, se toma su tiempo, pero excelente).
- Me encantó el viaje por Tokio, un Tokio surreal de lo sórdido, que no tiene nada que ver con el de Sofía Coppola.
- Lo que va completamente en contra, y la diferencia de Solo contra todos o Irreversible, es que carece completamente de humor. (Como dice la Wikipedia, es un completo melodrama psicodélico).