Mary and Max
Dirección: Adam Elliot
por Gad
Mary and Max, el stop-motion de la correspondencia de años de un viejo gordo newyorkino lleno de psicopatologías y una en-principio-niña de Australia que se siente fea y quiere saber de dónde salen los bebés en EEUU (¿de latas de gaseosas?). El usual proceso de encanto, idealización, conflictos y aceptación del otro y restauración en algo así como las relaciones actuales, pero con la vieja tecnología del papel y sin Skype ni MSN de por medio. Ironía, humor negro, obsesividad, literalidad (¡spoiler! la escena de la silla es genial), mimos muertos y suicidios estrambóticos de peces; grandes depresiones, abandono de menores, soledad, autismo y un final agridulce que algunos podrían considerar terroríficamente similar a Retratos de una obsesión hacen que toda la gente que ve Mary and Max diga "re linda esta película", y otros pocos afirmen que los bajoneó horrendamente superando por completo sus expectativas (para bien).
Para ver con latas de leche condensada y panchos de chocolate, o la versión gourmet de café Havanna (café con leche condensada en el fondo) y alfajores chocolatosos. O ejerzan su imaginación gastronómica en el área de lo dulce, qué tanto.
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