Dirección: Quentin Tarantino
por Gad
De Hitler se dijo que tenía una mala asesoría estética, que quería demasiado a sus perros, que era gay, que el suicidio fue una farsa, que sufrió quemaduras de tercer grado tomando margaritas en Hawaii y hasta que habría que clonarlo para poder ajusticiarlo finalmente. Del régimen nazi en general, tantísimas cosas más. En Inglorious Basterds, Tarantino añade imágenes a la historia y se da el gusto de explorar una muerte alternativa y algunas características del régimen y su Führer llevándolas hasta el absurdo. Un grupo de héroes duros, una fémina sedienta de venganza, un tirano que es un villano ridículo de película y un villano de película que es ridículamente genial se unen a un coro de otros tantos caracteres pintorescos en la mezcla de violencia, romance, pantomimas y alguna que otra puesta en abismo de la película en la que son las películas las que matan al gran dictador y sus amigos. Como todo film de Tarantino, no faltan los disparos, la sangre y la ironía. Viene con explosión incluida. Consumir con salchichas alemanas con chucrut y una Coke bien fría.