Dirección: Billy Wilder
por Gad
BETTY. I think you should throw out all that psychological stuff –exploring a killer's sick mind.
GILLIS. Psychopaths sell like hotcakes.
(BETTY. Creo que debería quitar toda la psicología – eso de explorar la mente del asesino.
GILLIS. Las historias de psicópatas venden.)
Sunset Boulevard, por supuesto, termina siendo la película de una psicópata. Pero… ¿cómo comentar todas sus genialidades en menos de trescientas palabras?
Argumentalmente, El ocaso de una estrella es lo que su nombre indica: la historia de una vieja star, de un vividor a regañadientes, de los alcances del patético amor de un ex marido y, sobre todo, de la frustración, la necesidad, y la traición; el olvido, la locura y el crimen -es decir, de la industria hollywoodense. Su presentación formal (que no se puede separar) es la vuelta de tuerca: esta película es un cruce original, genial, entre el cine mudo y el locuaz, que da lugar a una tercera forma que reflexiona sobre ambos y explota sus mejores aspectos, sobre todo a partir de las actuaciones y las gesticulaciones de Gloria Swanson y Erich Von Stroheim, dos estrellas del cine ya no comercializable (en la “realidad” y en la “ficción”; la información sobre estos personajes corresponde en gran medida con las vidas de los actores) que hacen de la película una joyita.
En blanco y negro, con muertos flotando en la piscina, buenas tomas, comentarios de carácter autorreflexivo, persecuciones en autos viejos a menos de 100 kilómetros por hora km/h e ironía por demás, ésta es una película para repetir. Y (otro recurso de la película, la hipérbole) si a eso se le suma helado en copa con salsa de chocolate, es mejor que el paraíso con huríes.
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