Blue Jasmine (2013)

Blue Jasmine
Dirección: Woody Allen
por Gad

Blue Jasmine, una reelaboración contemporánea de la relación entre dos hermanas y las aspiraciones frustradas de Blanche en  Un tranvía llamado deseo (A Streetcar Named Desire). Esta vez, sin masa inmigrante obrera que desplace o viole a la vieja cultura sureña, sino con ricos filántropos robando a trabajadores súbitamente enriquecidos. Con negocios turbios (la caída trágica actual es la ruina de la necesariamente sucia bienaventuranza capitalista, pero por motivos ridícula y estrictamente pasionales), una infinitud de detalles menores, bastante humor, y la necesaria dosis de patetismo en los primeros planos de la belleza otoñal de Cate Blanchett, quien se luce en la construcción del personaje de la nostálgica y para nada irreprochable Jeanette (que sin raíces ni fortuna, se autobautiza Jasmine e inventa su pasado sólo a través de la figura de los hombres que conquista), esta película sutilmente cínica es probablemente lo mejor que hizo Woody Allen en la última década.
Para ver brindando con sidra que no se trató de un drama como Cassandra's Dream, y apreciar la degradación de la figura de Blanche, cuyos deseos en la película de Allen se reducen simplemente a cazar un esposo rico, y aprender computación.

They Live (1988)


They Live 
Dirección: John Carpenter  
por Gad 

They live, we sleep
(We sheep!)  

Consuma. Cásese y reprodúzcase. Ríndase. Mire TV. Respete la autoridad. Obedezca. No tenga pensamiento independiente. Manténgase despierto. Consuma

En They Live el mundo está plagado de mensajes subliminales, los enemigos son diplomáticos extraterrestres provenientes de Andrómeda, Ud. es influenciado por los medios, los medios mienten, pero los gobiernos también, la resistencia está llena de hackers, y el único medio de ver la Verdad consiste en usar oscuros lentes de sol. Si es miope, también hay lentes de contacto.
Con clara estética ochentosa, esta película de Carpenter viene con piñas y fogonazos y recursos típicos del cine mainstream de la época, una Realidad develada en blanco y negro que recuerda a los monstruos de los años cincuenta, una plataforma de despegue intergaláctico aparentemente subterránea y un salvador que es un hombre común, un tal Nada desocupado, musculoso e indignado y, de paso, un rubicundo luchador canadiense (Roddy Piper).
Amena, imaginativa, con un final como el de In the Mouth of Madness que interroga al espectador, se recomienda que al ver They Live mantenga mano ibuprofenos o aspirinas, porque la Verdad produce dolor de cabeza.

Un par de notas (con spoilers)

Un par de cosas me llaman la atención sobre la película: 1) una posible comparación con Videodrome, en relación a la crítica mediática; 2) la confrontación entre la estética ochentosa y la de los años cincuenta asociada al ocultamiento o visión de la realidad.

1) Nada obliga, pero se puede comparar They Live con Videodrome de Cronenberg: ambas analizan la función y el impacto de los medios masivos de comunicación (especialmente la televisión) y presentan una crítica negativa. Videodrome explora cómo la televisión explota el deseo y la violencia (y el deseo de violencia), cómo los medios impactan en nuestra construcción y percepción de la realidad. They Live es quizás más simple, devela la enajenante presencia de mensajes subliminales en los medios. También plantea el uso de la violencia en el cine como mecanismo de ruptura. En Videodrome quienes manejan los medios son los hombres, divididos en facciones contrapuestas, con cuerpos vulnerados y rituales extraños, pero humanos al fin. En They Live la gigantesca y monopólica corporación internacional que domina los medios de comunicación masiva está controlada por extraterrestres camuflados en la Tierra, y más allá de los pocos humanos anclados en posiciones de poder que sirven al pulpo, la amenaza es externa. En Videodrome un hombre se convierte en una tironeada cassettera andante, y no podríamos decir que sea un héroe. En They Live el protagonista es un héroe que descubre la Realidad detrás de los medios usando oscuros lentes de sol.
Si Videodrome nos interpela a todos en esa especie de denuncia que realiza, en tanto todos somos interpelados y moldeados por los medios, They Live es más optimista: hay un mensaje subliminal revelable, la amenaza es externa (la humanidad es responsable en tanto receptor pasivo, dormido, pero quienes controlan los medios son mayoritariamente los extraterrestres; la influencia de los medios y la construcción de la realidad que realizan son exteriores a la construcción de los mismos: no están dadas por el formato y el mecanismo de recepción que favorecen, sino por un objeto aislable –y así, la TV puede seguir siendo TV después de su destrucción), y la liberación es posible.
Claro que la pregunta que uno podría hacer es cuán externa es la amenaza extraterrestre. Un amigo me decía que en general el extraterrestre es, en el cine, una representación “extremada” de características humanas. Y al final, en They Live, los aliens compran como los humanos, trabajan como los humanos, tienen sexo como los humanos (con humanos). Terminan siendo un espejo deformado (y cierto) de los humanos. Hay dos notas interesantes sobre esto: a) si bien los extraterrestres están infiltrados y son una amenaza, la principal amenaza es una mujer que pertenece (que está infiltrada) en la resistencia; b) la otra nota pertenece al final: el hombre se ve con claridad en ese espejo, pero no se nos dice qué descubre.

2) Hay quien dice que la apelación a la estética de los cincuenta es una “carta de amor” al cine de horror de esa década. Es posible, pero me parece que se puede interpretar más allá de eso (y de las declaraciones de Carpenter). Me da la impresión de que en esa posibilidad de liberación de la esclavitud de los medios radica el juego estético: si la amenaza, pese a estar diseminada, se plantea como aislable (presunta o ingenuamente aislable), la lectura puede hacerse en blanco y negro: la separación es realizable, y el blanco y negro acompaña ese aparente maniqueísmo con su ausencia de colores. Claro que si ver la Verdad exigiría esa reducción del espectro cromático (el ciego es el que dice la verdad, o bien, para ver hay que dejar de distraerse con el juego de colores híper-saturados que ofrece la TV), vivir con esa verdad exige una vuelta al color. O bien, la estética podría apuntar a ese cuestionamiento mencionado previamente sobre el rol del extraterrestre. Esta pregunta queda no cerrada.

Defendor (2009)

Defendor
Dirección: Peter Stebbings
por Gad
Defendor. Tiene bolitas, tiene avispas en tarritos, tiene jugo de lima, tiene un garrote de trinchera, tiene literalidad de sobra… y sabe cómo usarlos.

Defendor es el producto de leer la tradición de superhéroes y vigilantes desde Cervantes. Arthur Poppington, un hombre solo de infancia trágica con historietas y un kit de espía (que nos remite a la tradición de los vigilantes) se autobautiza como Defendor, cruza la Defendoor, se sube al camión-Defendog y sale a la noche a combatir el crimen. En su lucha contra la corrupción y el narcotráfico, recibe más palizas de las que proporciona, arruina investigaciones ajenas, se pone en peligro y es obligado a retornar a su casa una y otra vez sólo para volver a salir. Mentalmente desestimado por su entorno, su esfuerzo mueve al ficcionamiento ajeno. Consigue su Dulcinea y su Sancho no-adlátere. Hace penitencia en la Hamaca Bajo la Lluvia. Se consagra, y radios y diarios cuentan su historia. 
Por su construcción como personaje y por el ámbito en el que está inserto, Arthur Poppington se ubica en la tradición de los vigilantes que, hastiados de la desintegración social que observan cotidianamente, se arrogan el poder de emprender una lucha ambigua en la que ellos también son generadores de violencia ("¿quién vigila a los vigilantes?"). Desde una lectura más estructural, sin poderes, por puro acto de voluntad propia, con su enfrentamiento desorbitado y casi ingenuo a un conglomerado de actores que mágicamente parecen caer como producto de su intervención, Defendor termina siendo un superhéroe.
Para mirar preferentemente tras una jornada de trabajo largo, con jugo de tomate frío.


Videodrome (1983)

Videodrome
Dirección: David Cronenberg
por Gad

Antes de que nuestros cuerpos fueran portadores de chips y puertos USB, antes de que fuera posible descargarse en la retina las últimas actualizaciones del GPS, los manuales de hipocondría para principiantes y los últimos hits de Osho y otros grandes enseñadores de cómo vivir, hubo una época en la que lo nuevo era el VHS, y todo el mundo leía a McLuhan.* Desde esa época, y con su permanente confrontación entre cuerpo, mente y tecnología, Cronenberg nos presenta Videodromo, una película alucinada que sigue los pasos de Max Renn, mojigato director de un canal porno, en el proceso de adquisición de un tumor/nuevo-órgano-del-cerebro que alterará completamente su percepción y construcción de la realidad. En un ambiente dividido entre extrañas iglesias dedicadas a ofrecer exposición a los rayos catódicos a los pobres, y corporaciones ultrafascistas que buscan adoctrinar a América para dominar el mundo (antagonistas que, en definitiva, no parecen tan diferentes), la historia de Max, el hombre-cassettera siervo de la tecnología, nos ilustra sobre la violencia y el deseo en los medios de comunicación, sobre la trivialización y desesibilización actual, sobre cómo los medios modelan nuestro sensorium y por qué no hay que introducirle una factura en el vientre a un hombre mediante un argumento atrapante e imágenes estupendas, espectaculares, violentas y fascinantes.
Para ver después de Bailando por un Sueño o programas equivalentes con una dotación enorme de bolas de fraile.


* Marshall McLuhan: Gran profeta de la tv, Internet y todo lo demás, teórico de la aldea global y maestro de los recursos didácticos. Autor de "El medio es el masaje/mensaje", afirmaba que las tecnologías son extensiones de nuestros órganos o facultades. (El arma de los puños, la televisión de nuestro sistema nervioso.)

Shivers (1975)

Shivers
Dirección: David Cronenberg
por Gad

Shivers: la película con final feliz en la que zombies de piel fresca buscan tu cuerpo, no tu cerebro, para celebrar orgías y fiestas todas las noches. Originaria de countries y barrios no tan cerrados, viene con perversiones pintorescas, parásitos de laboratorio que queman pero pueden vivir perfectamente dentro de tu cuerpo, médicos de excelente puntería, el horror de la destrucción de las diferencias y el estatus, y la solución perfecta para la hiperracionalidad del mundo actual (¡horror! ¡ni curas ni científicos pueden remediar lo que viene de adentro!).
Se prevé su pronta democratización y diseminación. Apta para toda la familia, e ideal para acompañar con gorgojos.

Rashomon (1950)

Rashomon
Dirección: Akira Kurosawa
por Gad

La película sobre una de las grandes dudas existenciales. ¿Cuál es la Verdad? ¿En qué creer? ¿Qué versión es pura, inocente de todo interés personal? Bajo una lluvia incesante, obviamente simbólica, tres viejos con dolor de huesos y no tanto chusmean amargamente sobre estas cuestiones y otras más a partir de las diferentes versiones de las historias (contadas por sus propios protagonistas) de un samurai asesinado, su mujer violada y un renombrado bandido quizás acobardado y lo que pasó entre ellos en el bosque. Basada en los cuentos "En el bosque" y "Rashomon" de Akutagawa, viene con muertos que hablan, problemáticas de clase, estudios de género, cuestiones de honor y final esperanzador pero agridulce. La película en la que uno entiende por qué que un pobre sin nombre (Takashi Shimura, que es todos los pobres) robe un objeto de valor inútil no es tan censurable en ciertas circunstancias, en la que la imagen de la japonesa sumisa se rompe en risa ante los “machos”, y en la que Toshirō Mifune (el bandido Tajōmaru) gesticula tanto que uno termina preguntándose si es realmente un hombre.
Viene con versión libre del “Bolero” de Ravel, no dura tres horas y media como Los siete samuráis y es ideal acompañada de mijo atragantado y té verde.


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Publicada originalmente en el segundo número de la revista Gato Blanco.

Balada triste de trompeta (2010)

Balada triste de trompeta
Dirección: Álex de la Iglesia
por Gad


Busque críticas sobre la última de Álex de la Iglesia por internet:  abundan las muy muy negativas. En este blog partimos de considerar, como todo crítico de buen juicio, que los detractores tienen razón. Podemos decir muchas cosas sobre Balada triste de trompeta. Nostálgicos, que el Álex de la Iglesia de El día de la Bestia ya no vuelve más. Que no arranca ni una risa. Que es una  película tremendista, exagerada, esperpéntica y ridícula. Que el ritmo narrativo es sobresaltado, a veces demasiado rápido, poco creíble, 'inverosímil'. Que es pura cita, puro pastiche. Que la metáfora es evidente. Que es un fantoche.
Los detractores tienen razón. La gran analogía de la historia de España luego de la Guerra Civil y durante el régimen franquista es el circense trío entre una trapecista golpeada, un payaso tonto autoritario y violento, y otro apaleado y vengativo payaso triste, y termina en un final esperable. En el medio, idilios románticos propios de Underground de Kusturica, sueños a lo Brazil de Gilliam, clímax a lo Hitchcock, huidas, hombres salvajes, gore tarantinesco, raptos, acosos, autotortura, payasos asesinos, peleas, más golpes, Batman y King Kong se suceden en un torbellino fugaz en medio de una atmósfera bizarra de mucha mezcla. Los detractores tienen razón. Balada triste de trompeta es una de las películas más esperpénticas de los últimos tiempos, y hasta le gana en 'freak' a Acción Mutante. Se equivocan, sin embargo, en la apreciación. Todo lo presuntamente criticable de Balada triste de trompeta hace a sus virtudes. El sesgo poco cómico de la Balada, su carácter hiperbólico, y fantochesco, su sistema de citas y su ritmo narrativo apuntan  todos a la construcción de la metáfora, y lo logran con creces, generando un producto artístico consistente, aparte de bello. El relato es sólido, es abrupto, violento: lo grotesco de sus personajes y su desarrollo irregular es lo grotesco de aquello que pretende mostrar, lo trágico de ese país que, dice alguno, "no tiene remedio", que se quiebra estrangulado en medio de una pelea seria, ridícula, de tiranetes antagonistas cuasi absurdos, metodológicamente idénticos.
Gran película. Para mirar sin muchas expectativas un día de semana a la noche, con pan, sopa de municiones y Raphael, y sorprenderse gratamente.